miércoles, 19 de octubre de 2016

ingmar bergman. llevamos cuatro días debajo de una capota gris como si fuese una capa que corta el viento y que en realidad lo único que hace es limitarnos más agobiarnos más meternos más en la sensación de estar tristes pero al mismo tiempo es agradable, la humedad del ambiente y las calles mojadas, los charcos entre las piedras que hace que se te cuele la suela de goma dentro. Aitor habla del patronímico de Béjar con un cigarro en la mano. se parece a un cuadro de Friedrich. es el caminante sobre el mar de nubes que se agarra un poco más a la nostalgia. con el pelo mucho más moreno y con más voz. si el caminante tuviera una voz sería más grave y con menos risa. ayer chispeaba un poco pero él caminaba bajo la lluvia. había tierra mojada por el suelo en otra calle paralela mezclado con paja y rodeado por vallas metálicas enormes. me he asomado por la ventana y vuelvo a ver el patio de notthingam en los cuarenta. está lleno de palomas y el ambiente que ya es húmedo de por sí lo parece aún más, y el olor parece disfrazarse otra vez detrás del cielo gris que da una luz brillante y muy fría. el tendedero sigue ahí, no lo guarda nadie, y sueño con que haya unas escaleritas para salir a ese patio, aunque me gustaría saber dónde están. la cabeza tranquila y ocupada. el expolio sigue acelerándome el pulso cuando lo pienso porque es un debate que no se puede ganar pero existe.